Nota aclaratoria: Todos los textos y dibujos publicados en este espacio son creados por la imaginación aturdida de la autora. Todo es ficción. Cualquier parecido con la realidad...


lunes, 23 de noviembre de 2009

De segundo grado.



Arturo dice que tenemos algo.
El no cree en casualidades, dice que lo amo a pesar de que ya se lo he negado miles de veces.
Insiste en que lo amo a pesar del no.
Arturo es terco y complicado y me complica a mí también.
Cree que mi sonrisa es una declaración de amor.
Si lo miro un rato a los ojos es porque estoy contemplándolo enamorada, si le hablo de cerca es porque lo quiero besar.
Arturo no me cree cuando le digo que no, cuando le hablo despacio y le explico que yo a él solo lo quiero como amigo.
Se ríe, dice que soy tremenda mentirosa.
Dice que lo amo desde siempre y que un día no podré escapar.
Arturo dice y sigue diciendo en mi cabeza y yo no quiero verlo por un tiempo más.
Yo seguiré negándolo todo porque está loco, porque no lo soporto, porque nunca me gustó su mundito pastel ni su forma de vestir, de hablar, de bailar, porque ve películas idiotas y lee libros mediocres pero se cree un intelectual, porque no sabe ni donde tiene la nariz, porque miente, porque Arturo siempre miente y seguramente ese nisiquiera es su verdadero nombre, porque me amenaza, porque me altera, porque toda su vida y su rollo conmigo es una película de ciencia ficción de bajo presupuesto.
Lo negaré hasta el final.
Hasta que se de cuenta que desde hace mucho tiempo está jugando con fuego.
Entonces recuperará la sensibilidad, verá sus quemaduras y sentirá (por fin) el insoportable dolor de sus manos.

sábado, 14 de noviembre de 2009

El espejo

Podría ser Bjork anoréxica,
una chica padaung,
o la little china girl de David Bowie

jueves, 12 de noviembre de 2009

Lápiz


Él fabricaba ventanas. Decenas de ventanas.
Pero nunca se asomó a ninguna.
Ella escribía cuentos. Decenas de cuentos.
Pero nunca se atrevió a contar.
Dicen que una vez él se asomó para verla.
Pero ella siempre creyó que era un cuento.
Dicen que una vez ella quiso contarle algo.
Pero él estaba asomado a la ventana.


Elena Martínez Martínez