Nota aclaratoria: Todos los textos y dibujos publicados en este espacio son creados por la imaginación aturdida de la autora. Todo es ficción. Cualquier parecido con la realidad...


jueves, 19 de diciembre de 2013

Milena 2

Milena está enamorada. Está enamorada de una mujer.
Milena también es mujer, es femenina y ha tenido novios, como todas las mujeres.
Pero ahora está enamorada de una mujer y eso le gusta.
No digo que esté mal pero...  ¿Qué irá a decir su madre?

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Instrucciones para ser feliz 10 minutos.

Primero hay que aburrirse. 
Luego buscar por toda la casa hasta hallar ese círculo escurridizo, esa mansión de ácaros domésticos.

Acto seguido se desentraña la madeja con precisión casi quirúrgica y se retuerce cada uno de sus filamentos con máxima entrega, como si de ello dependiera la continuidad de las estaciones o la sucesión de los períodos orbitales.

Una vez logrado esto, se contempla el cadáver destazado e inservible de la materia que desde este momento deja de ser el objeto de nuestro deseo y se retira uno a otra habitación a lamerse la carita.

Esto y sólo esto hay que hacer para no aburrirse una tarde de invierno, para alejar de nuestras almas la inutilidad y la desidia, y alcanzar cierto grado de satisfacción en la vida.

Pero para esto hace falta ser gatito. Y uno no es gatito, lamentablemente.


viernes, 6 de diciembre de 2013

Nadie me quiere

Con motivo de fiestas navideñas, en el trabajo estamos jugando al amigo secreto.
Todos los días alguien es sorprendido con un chocolate en su escritorio, un colorido post it con un mensaje positivo en la pantalla de su PC o algún otro gracioso detallito. Ahí se ve el cariño de este ser anónimo para con su agasajado. Cariño que por lo visto yo no me he ganado.
Dos semanas han pasado desde que se inicio este estúpido juego y mi amigo secreto no ha dado señales de vida. Bueno, el lunes encontré un caramelo de limón (de esos que le compras en el micro a los creyentes renacidos del Centro Victoria) en el piso, muy cerca a mi escritorio. Y yo he querido creer, suponer, asumir, que este ha sido un detalle dirigido a mí y no un accidente cualquiera, porque no he visto a nadie buscando un caramelo de limón en la oficina.
Desde ese día, cuando alguien me pregunta si mi amigo secreto ya me sorprendió con algo yo digo que sí. Y es que de verdad estoy sorprendida. Yo me llevo muy bien con todos, jamás he tenido discusión alguna con mis compañeros de trabajo, soy tímida, no molesto, no soy impertinente, mis chistes son tontos y la mayoría de veces almuerzo sola hablando por teléfono con mi mamá. No entiendo el motivo de tanto desamor.
Ayer bajé a sacar unas copias y dos compañeros nuevos me miraban y cuchicheaban sin mucha discreción, ¿Disculpa, cuál es tu nombre?, me preguntó uno, Melissa, dije, segurísima de que por fin mi amigo secreto había descubierto que yo era yo, - Melissa, tienes el polo levantado por atrás, dijo uno de ellos, sonriendo nervioso. Ni siquiera me interesó la verguenza de tener el sostén al aire, lo que más me ofuscó fue que nuevamente mis sospechas estaban en el nivel cero. Me fui molesta y en silencio.
Yo, en venganza, tampoco le he regalado nada a Naty y ella pasa todos los días por cada sitio gritando a viva voz que desea que su amigo secreto se haga presente con una Coca Cola heladita o un chocolate Vicio. "Esto vas a tener" pienso y levanto el dedo medio mentalmente.
No me va bien con este juego desde el colegio, cuando mi amigo secreto fue Jean Paul, el niño más hiperactivo y distraído del salón, que obviamente nunca recordó que debía dejarme alguna notita o regalo en el transcurso del mes y terminó regalándome, el día del intercambio, una pulsera de oro sacada a escondidas del joyero de su mamá, que luego tuve que devolver.
Por lo pronto pienso darle una última oportunidad a mi suerte y relajarme con este tema. O ponerme a llorar en gerencia porque, una vez más, nadie me quiere.



Verano otra vez



Ese verano fuiste a buscarme y me hablaste de secuestros, soldados y dibujos.

Ese verano habían puesto renos luminosos en el parque de tu casa y la hija de tu casera me enseñaba sus muñecas mientras terminabas de arreglarte, porque por esos días tenías el pelo muy largo y lo recogías en una cola perfectamente ordenada y es que, aunque lo sigas negando, la vida no es más que vanidad de vanidades.

Los dibujos que te hice no he llegado a encontrarlos, y creo que al final tú te los quedaste, sólo que no recuerdas eso, como tantos otros momentos en los que me desviví queriendo y soñando no sé qué tantas cosas pero, felizmente, de eso ya no se habla.

Ese verano aprendí a hacer mojitos y tú descubriste que tenías facultades de mago. Nos entusiasmamos con las canciones de no recuerdo qué banda nueva y también aprendimos a bailar boleros, en mi cuarto, con nuestra soledad abrazada y la aún viva mirada de mi perro valiente.

De ese verano ya no se habla, pero los días de estas fechas son exactamente iguales a los de los años anteriores. El mismo olor, la misma brisa, las mismas personas haciendo las mismas cosas y esperando las mismas fiestas.

También nosotros estamos caminando por las mismas avenidas, pero ya sin acordarnos de los secuestros al paso, sin pensar en las crayolas ni los discos prestados, hablando con gente que ya no pregunta por lo nuestro, pasando por algún bar en el que ya borraron nuestro nombre.