Nota aclaratoria: Todos los textos y dibujos publicados en este espacio son creados por la imaginación aturdida de la autora. Todo es ficción. Cualquier parecido con la realidad...


viernes, 1 de noviembre de 2013

Manías

Tengo la mala costumbre de imaginarme el cuerpo de las personas descomponiéndose dentro de la madera avejentada y tétrica de un ataúd. 
Tengo el hábito, desde niña, de imaginar el rostro de la gente desencajado, alterado por el terror.
Dibujo lágrimas imaginarias en sus ojos, escucho sus gritos, puedo ver más allá. Atravieso sus pieles y siento el palpitar acelerado de miles de corazones que se rehúsan a dejarse vencer por la fiebre.
Los imagino sangrando, vencidos por el dolor y la miseria.

Hoy ha venido un muchacho nuevo a traer el delivery a la oficina.
Abro la puerta y lo observo. E
ntonces, sin poder evitarlo, lentamente voy deformando sus facciones, arrancando su piel, despedazando su interior hasta dejar en el suelo una masa granate brillante que se confunde con la alfombra y avanza lentamente invadiendo superficies.

Sonrío.


Recibo las diez cajas de Tallarines a la Bolognesa y le doy las gracias. Él también sonríe y me agradece antes de perderse en el infierno repulsivo de esta ciudad macabra que, felizmente, aún no me quita el hambre.