Hay una frase que todos hemos soltado con tranquila ligereza
en alguna conversación de cafetería: “cualquier cosa puede pasar”. El tema con que
cualquier cosa pueda pasar, es que a veces pasa.
Esa cosa existe, vive, y se nutre no solo de la casualidad
sino también de nuestros más insignificantes movimientos anatómicos. Si avanzas
para allá, si retrocedes, si abres bien los ojos, si los cierras.
Hay que pensárselo bien, porque ESO va a suceder. Ya lo
engendraste en un deseo inconsciente. Se debe tener mucho cuidado con
la cantidad de energía que uno deposita en este tipo de comentarios. A veces los
nuevos sucesos se despliegan sobre esas superficies que tanto nos ha costado
pulir y luego caemos en miedos inútiles o injustos reproches hacia los otros,
cuando los únicos culpables somos nosotros mismos y nuestra oscura propensión a fantasear
indebidamente.
El Pont des Arts, El río Sena, el mensaje del chico de los
ojos azules. Todo se transforma en signo, en objetivo, por un momento todo se me olvida y me
siento terriblemente entusiasta en esta lateralidad norte.
Hay una ciudad en donde sueño que vivo cuando me levanto a
tomar desayuno y abro las ventanas fantaseando nuevamente con una casualidad
deforme y palpitante que avanza hacia mí bañando de un nuevo color todos los
planes que he creado para mi futuro, mis pensamientos se multidireccionan y me repito que cualquier cosa puede pasar
sin darme cuenta de que estoy vertiendo sobre la vida mis deseos no
clasificados.
Mientras tanto, en la ventana del edificio de en frente, hay un gatito inmóvil contemplando en el aire algo que yo todavía no he aprendido a ver.
1 comentario:
¡Me encantó!
Potente y mágico.
Algún día te contaré sobre mi época mística.
Abrazo con alegría y algo de resfrío.
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