Nota aclaratoria: Todos los textos y dibujos publicados en este espacio son creados por la imaginación aturdida de la autora. Todo es ficción. Cualquier parecido con la realidad...


martes, 8 de octubre de 2019

A dónde vas...

He regresado a la casa de mis papás por unos días. Estoy contemplando cómo da vueltas mi taza de chocolate en el microondas cuando escucho a mi mamá gritarme desde su cuarto que le alcance el Conito (solución antiséptica de uso veterinario) para curarle una herida al gato. Entonces me pongo a reflexionar. A mí me dices "pásame el pan" y ya estoy reflexionando. Hay gente que parece haber nacido para lograrlo todo en la vida, ¿no? Gente que tiene planeado todo su futuro, que sabe dónde está y a dónde quiere llegar. Me da pena porque yo en este momento solo sé que quiero llegar al cuarto de mi mamá con el Conito. Esas personas que no le tienen miedo a nada, que saben cuándo transigir y cuándo no, que saben manejar perfectamente sus emociones, no como otras que no podemos ni manejarnos el sueño y tenemos que tomar pastillas para dormir y cuando tratamos de dejarlas llegamos al trabajo pareciendo un mapache y diciendo que hemos freeleado toda la madrugada porque nadie puede enterarse de nuestros problemas de farmacodependencia.
Ya me olvidé a dónde quería llegar con este texto. Me he desconcentrado porque en el cuarto de mi mamá encontré una caja de galletas y mis niveles de serotonina se han elevado dramáticamente, entonces este texto que probablemente tenía como finalidad demostrar una vez más que la vida no tiene sentido se ha disuelto, como la Unión Soviética, como el gobierno de PPK, porque la vida siempre tendrá sentido cuando tu mamá le cure las heridas a los gatos que recoge de la calle y tenga en su casa chocolate y galletitas

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