Nota aclaratoria: Todos los textos y dibujos publicados en este espacio son creados por la imaginación aturdida de la autora. Todo es ficción. Cualquier parecido con la realidad...


martes, 8 de octubre de 2019

Apu

En el Apu Pinkuylluna (mi favorito) Los Incas descubrieron que algunos puntos de la montaña eran entradas a otras dimensiones y en ese túnel extremadamente helado construyeron sus almacenes. Sus refris. Sus heladeras. La subida al Pinkuylluna es gratis y tiene un cartel en el inicio que dice algo así: "Montaña muy peligrosa. Subir bajo su propio riesgo". La primera vez que subí había tomado dos vasos de chicha de jora con un conejo a mi costado. Luego me encontré con una pareja de unos 65 años, mirando hacia arriba, él le decía a ella: "Este camino es imposible... Pero qué va a saber esta mujer de eso" cuando me vio pasar por su lado saltando las piedras. Le tengo cariño a esa montaña, porque ese día estaba muy sola y yo tengo una "ligera" inclinación a la derrota. Pero llegué y me senté a observar toda la ciudad de Ollantaytambo desde una piedra, comiendo una mandarina. Ciudad de resistencia, construída por Pachacutec, españoles perdiendo una batalla bajo las tropas de Manco Inca. Y yo aquí, "zurda, exiliada y falopera" como diría Diego de él mismo, como Tupac Amaru, o como ese revolucionario boliviano cuyo nombre no recuerdo pero cuando fue capturado dijo la célebre frase: "Hoy me matan a mí solo, pero mañana volveré, y seré millones". Y así fue, fuimos millones y Sudamérica fue libre... Y NO.


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